El pleno dominio de propiedad, llamado también plena propiedad, es un concepto fundamental en el ámbito del derecho civil que se refiere a la titularidad completa sobre un bien. En España, este término se utiliza para describir la situación en la que una persona posee todos los derechos que corresponden a la propiedad de un bien, ya sea inmuebles o muebles.
Los propietarios y quienes estén interesados en adquirir bienes, deben manejar esta información, ya que afecta a las transacciones, los derechos y las obligaciones que se derivan de la posesión de un activo. Veamos de qué se trata.
El pleno dominio de propiedad se define como la situación legal en la que una persona tiene todos los derechos sobre un bien. Nos referimos al derecho a usar, disfrutar, y disponer del bien, así como el derecho a excluir a otros de su uso. Según el Código Civil español, en su artículo 348, el propietario de un bien en pleno dominio tiene la facultad de ejercer todos los poderes que la ley le otorga sobre dicho bien, dentro de los límites que la normativa establezca.
Es interesante saber que el concepto de pleno dominio se distingue de otras formas de derechos sobre la propiedad, como la nuda propiedad o el usufructo: mientras que en el pleno dominio el propietario goza de todos los derechos, en la nuda propiedad el titular solo mantiene la propiedad del bien, sin poder disfrutar de él, ya que este derecho ha sido cedido a otra persona a través de un usufructo.
El pleno dominio de propiedad se trata de la unión entre la nuda propiedad y el usufructo; es decir, sólo alcanzando ambos derechos se podrá adquirir el pleno dominio de la propiedad. Presenta estas características:
El propietario tiene todos los derechos sobre el bien: derecho a usarlo, disfrutar de sus frutos y disponer de él como desee.
Esto significa que, sin el consentimiento del propietario, nadie puede usar o interferir con el derecho de propiedad.
El propietario es responsable de los daños que su propiedad ocasione a terceros y debe cumplir con las obligaciones fiscales y legales asociadas con la propiedad.
El derecho de pleno dominio es perpetuo, es decir, no tiene una fecha de caducidad, pudiendo ser transmitido a herederos.
Para entender mejor el pleno dominio, es fundamental compararlo con otros conceptos relacionados con la propiedad:
Se refiere a la posesión completa de un bien, recayendo sobre una misma persona la propiedad del bien y el pleno uso del mismo. En otras palabras, el propietario tiene el derecho a usarlo, disfrutar de sus frutos y disponer de él.
Por otro lado, con respecto a los gastos, cuando se adquiere el pleno dominio de una vivienda, todos los gastos relacionados con la misma le corresponderá al propietario.
La nuda propiedad se refiere a la situación en la que una persona posee la propiedad de un bien, pero no tiene el derecho a disfrutar de él; su derecho ha sido cedido a otra persona mediante la figura de un usufructo. Por lo tanto, el nudo propietario no podrá usar el bien hasta que el usufructo expire. En cuanto al pago de gastos, el nudo propietario está obligado a hacerse cargo de los gastos que se derivan de la comunidad de vecinos, así como del Impuesto de los Bienes Inmuebles y de las reparaciones de la vivienda.
Es el derecho que permite a una persona usar y disfrutar de un bien que pertenece a otra persona (el nudo propietario). El usufructuario tiene el derecho de disfrutar de los frutos del bien, pero no podrá venderlo ni alterarlo de manera que afecte la propiedad del nudo propietario.
Asimismo, el usufructuario se ha de encargar de los gastos que derivan del uso y disfrute de la vivienda: los servicios de electricidad, gas y agua, por ejemplo.
En resumen, el pleno dominio implica la titularidad completa, la nuda propiedad se refiere a la propiedad sin el derecho de uso, y el usufructo es el derecho a usar y disfrutar de un bien que no es de propiedad propia.
El pleno dominio es la forma más completa de propiedad, por lo que el propietario tiene todos los derechos sobre la propiedad; pero, como es bien sabido, los derechos también generan obligaciones. Los propietarios en pleno dominio están obligados a pagar los impuestos que correspondan a la propiedad, como el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Asimismo, deberán cumplir con las normativas urbanísticas y medioambientales que puedan afectar a su propiedad.
Considerando que la plena propiedad es un derecho real que supone la posesión total de un bien, tiene puntos a su favor y en contra. Veamos:
Para pasar de la nuda propiedad a pleno dominio, es necesario que el usufructo que limita los derechos del nudo propietario finalice. Las condiciones para que esto suceda serían las siguientes:
Es importante que los nudos propietarios estén al tanto de las condiciones bajo las cuales se estableció el usufructo para poder planificar la recuperación de sus derechos
Sin lugar a dudas, como propietario en pleno dominio, tienes el derecho de transferir tu propiedad a otra persona cuando lo desees. Esto se puede llevar a cabo a través de diferentes métodos. Uno de ellos es la venta, donde cedes tu propiedad a un comprador y le transfieres el pleno dominio, a cambio de un precio acordado
También tienes la opción de donar tu propiedad, lo que te permite traspasar el pleno dominio de tu propiedad a otra persona, sin recibir una contraprestación económica.
Otra forma es, en caso de fallecimiento, el pleno dominio de tus bienes se transferirá a tus herederos de acuerdo con lo estipulado en tu testamento o, en ausencia de éste, según las disposiciones de la ley.
Recomendamos que cualquier transferencia de propiedad se realice mediante un contrato formal y que se inscriba en el Registro de la Propiedad, para asegurar la validez del traspaso.
Sí, es posible perder el pleno dominio de una propiedad bajo ciertas circunstancias.
Cualquier propietario que esté en actividades ilícitas, corre el riesgo de perder la propiedad; el Estado puede confiscarla si está asociada con delitos, lo que resultaría en la pérdida del pleno dominio
Otra de las situaciones que puede llevar a esta pérdida es el embargo, que ocurre cuando los acreedores, ante deudas impagas, solicitan el embargo de la propiedad, resultando en la pérdida del inmueble.
Por otro lado, se puede perder el pleno dominio de la propiedad si el Estado decide expropiarlo por razones de interés público, aunque en estos casos debe compensar al propietario de manera justa.
El pleno dominio permite a los propietarios tomar decisiones sobre sus bienes, según sus intereses y necesidades. Veamos unos ejemplos de ello:
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Si bien el pleno dominio proporciona un control total sobre los bienes, también implica responsabilidades y riesgos que deben ser considerados. La posibilidad de transferir el pleno dominio y la comprensión de cómo se puede perder, son aspectos importantes que cada propietario debe tener en cuenta.
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