El internet del valor y el ecosistema conocido como "web 3.0", construido sobre tecnología blockchain, permite crear comunidades y organizaciones que se autogobiernan de manera pública, transparente y segura.
Esto es posible gracias a la tecnología blockchain y con la ayuda de lo que se conoce como Token de Gobernanza, un tipo de criptoactivo emitido con el objetivo de democratizar y gobernar formas de organizaciones conocidas como DAO (Organización Autónoma Descentralizada, por sus siglas en inglés).
El poder recaerá entonces sobre los usuarios de estas plataformas y no en un pequeño grupo centralizado –como ocurriría en una empresa tradicional-, lo que podrá tener consecuencias positivas para el usuario.
De hecho, esta práctica lleva evolucionando varios años y muchos protocolos ya la implementan para decidir sobre su futuro.
A continuación, analizaremos qué es exactamente un Token de Gobernanza, cuáles son los principales beneficios de utilizarlos y qué problemas o retos enfrentan.
Un Token de Gobernanza es un criptoactivo que otorga a su titular la capacidad de participar en los procesos de gobierno de una determinada DAO.
Una DAO, como ya hemos comentado, es una empresa como otra cualquiera, con la peculiaridad de que está dirigida de forma descentralizada. En ella, distintos usuarios trabajan desde diferentes puntos geográficos, pero con un mismo objetivo.
Pero… ¿cómo es posible ponerse de acuerdo en una organización descentralizada?
Pues gracias al poder de voto que otorgan los Tokens de Gobernanza.
Estos tokens permiten a sus poseedores ayudar a seguir construyendo y mejorando la organización.
Entonces, una persona crearía una dirección única que la identificaría en una determinada red blockchain. A través de esa dirección podría adquirir un token de la DAO alojado en esa blockchain.
Por último, interactuando con programas de la red (smart contracts), utilizará este token para emitir un voto, destinado a decidir algún cambio en la organización, en propuestas emitidas por miembros de la comunidad.
En una DAO, en definitiva, los creadores no tienen un control total sobre la organización, sino que delegan el rumbo de esta entre los poseedores del Token de Gobernanza, que puede ser distribuido o vendido según las reglas de cada protocolo.
Para concluir, es importante remarcar que esta gobernanza nada tiene que ver con la gobernanza de la propia cadena de bloques: por una parte, encontramos los mecanismos de gobernanza de las redes blockchain (un tema interesante que analizaremos en otro post).
En cambio, esta red blockchain puede tener alojados numerosos protocolos descentralizados, cada uno de ellos con su propia gobernanza.
Como ya hemos comentado en otros artículos, existen diferentes tipos de tokens, y distintas formas de clasificarlos (fungible y no fungible, criptomoneda o token, security tokens, tokens de plataforma, etc.).
En este caso la línea para discernir en qué categoría encajan los Tokens de Gobernanza (Utility token, security token...) parece difusa ya que, como consecuencia de la flexibilidad que permite la programación, algunos de ellos podrían llegar a considerarse como un security, ya que pueden compartir algunas características clave con las acciones de las empresas.
Por otra parte, a diferencia de un Utility, un Token de Gobernanza permite votar sobre decisiones y proponer cambios.
Pero… ¿podemos considerar el poder de voto como una utilidad?
Si el propósito de este token es únicamente votar, podemos decir que esta es su utilidad y por tanto que se considera un utility token y a su misma vez un token de gobernanza.
Ahora bien, si además de poder votar los poseedores o dueños de estos tokens reciben una recompensa monetaria ya sea de forma directa o indirecta, podríamos clasificarlos como security tokens y tokens de gobernanza.
Esta última clasificación implicaría que la emisión y registro de estos tokens estarían controlados por los organismos reguladores de mercados de cada país.
En otro artículo analizaremos cómo diferenciar un utility de un security token.
La dificultad a la hora de clasificar los tokens podría llegar a acarrear varios problemas, tanto a los poseedores de estos tokens como a sus emisores, ya que la legislación aplicable será distinta en caso de ser considerado de una u otra forma.
Sin embargo, y teniendo en cuenta que se trata de protocolos descentralizados, los poseedores o incluso los emisores de estos tokens podrían no estar físicamente identificados y, entonces, podrían llegar a evitar las consecuencias de la legislación (más allá de que aquellos actores que actúen dentro de la regulación no permitan interactuar con estos protocolos).
Ya sabemos que los Tokens de Gobernanza se reparten y se utilizan para votar pero… ¿cómo los utilizan para ponerse de acuerdo?
Pues bien, las DAOs suelen utilizar plataformas como medio de comunicación y votación para la gobernanza.
Algunos protocolos como Uniswap, AAVE, Compound, Descentraland, Optimism o Arbitrum cuentan con plataformas externas que los aúnan y a través de las cuales se simplifica este proceso: se debate, se proponen cambios y mejoras.
Una de las DApps más populares de gobernanza de DAOs es Snapshot.
Pues bien, plataformas como Snapshot interactúan como API descentralizadas que permiten emitir votos y comunicarse con la red blockchain a través de los smart contracts.
Permiten la comunicación entre los participantes del protocolo sin necesidad de grandes gastos en gas por el uso de la red.
Es importante mencionar que los protocolos, en caso de ser estos intermediarios "neutralizados", tienen o deberían tener otros mecanismos para seguir comunicándose onchain y evitar la censura.
Posteriormente, existe un periodo de votación. El proceso real de votación consiste en que el usuario firma una transacción concreta que registra su voto.
Una vez que se alcanza la mayoría o finalizado el período de votaciones, se implementará en el proyecto la decisión más votada por la comunidad.
Como venimos comentando a lo largo del artículo, las principales y evidentes ventajas que supone la utilización de los Tokens de Gobernanza radican en su capacidad de otorgar mayor poder a los usuarios, adquiriendo más control y derechos con respecto a la organización de la cual participan.
Estos pasan de ser meros espectadores a participar en el proceso de mejora continua gracias a que la gobernanza del protocolo es más descentralizada, equitativa y transparente.
Ello conduce a un mayor compromiso por su parte, y al haber implicadas más personas pueden surgir nuevas y brillantes ideas que de otra forma no habría sido posible.
Por otra parte, la posibilidad de programación de los tokens permite dotarlos de otras cualidades como el reparto de dividendos o cualquier otra función que se nos ocurra y que permita mejorar la operativa de la organización descentralizada.
En cuanto a los aspectos negativos, precisamente por la flexibilidad a la hora de programarlos y el contexto regulatorio en el cual nos encontramos, podemos destacar las dificultades a la hora de saber con exactitud cuáles son los requisitos que deberán cumplirse a la hora de emitir y adquirir estos tokens.
Este hecho conlleva un gasto en asesoramiento para aquellos protocolos que pretendan organizarse a través de los Tokens de Gobernanza.
La descentralización podría también conducir a un caos en el rumbo del protocolo y acabar perdiendo usuarios.
Y tampoco nos podemos olvidar que las decisiones basadas en el consenso de la mayoría tienden a ser mucho más lentas que si se hiciesen de forma centralizada por un grupo de personas reducido.
Por último, al ser protocolos abiertos, existe la posibilidad de que un gran porcentaje de la oferta de los Tokens de Gobernanza sea adquirido por unos pocos usuarios y ellos acaben gobernando el protocolo de forma más centralizada.
No olvidemos que todas estas desventajas pueden tener un mayor o menor peso dependiendo de los modelos económicos y reglas de cada protocolo.
Los Tokens de Gobernanza tienen un futuro regulatorio incierto.
Actualmente no son considerados como instrumentos financieros (generalmente, sin embargo en casos como MKR de MakerDAO sí pueden llegar a considerarse como un Security token), por lo que debería aplicarles el reglamento MiCA, que regula toda clase de criptoactivos no financieros.
Aunque es cierto que no existe una ley más concreta por el momento para este tipo de tokens, sí se menciona que aquellos proyectos Defi (haciendo referencia a las DAO) que sean desarrollados por empresas en la UE deberán estar regulados y pasar procesos de KYC/AML (identificación del potencial cliente).
Queda, por tanto, establecer una taxonomía definida que permita clasificarlos y por ende regularlos.
En definitiva, los Tokens de Gobernanza permiten un cambio de paradigma en la estructura de muchas organizaciones: es posible incluso crear nuevos modelos de negocio.
Además, la flexibilidad que ofrece este ecosistema, permite dotarlos de diversas cualidades que pueden explotar más aún su potencial.
Es cierto que la gobernanza descentralizada no es necesariamente válida para todo el mundo, y muchas organizaciones deberán seguir siendo dirigidas de manera tradicional para conservar su competitividad en el mercado; pero aquellos actores que sepan aprovechar las ventajas de la tecnología para acercar a sus usuarios y convertirlos en artífices y cómplices de la propia organización, lograrán comunidades robustas que crecerán exponencialmente como consecuencia de la satisfacción generalizada.
Sin embargo, será fundamental construir estas organizaciones sobre modelos económicos y sociales sostenibles para no caer en sistemas abocados al fracaso, como fue el caso del protocolo Terra.
No debemos olvidar que, tanto en el aspecto jurídico como en un sentido de sostenibilidad a largo plazo del proyecto, es imprescindible contar con asesoría a la hora de trabajar con los Tokens de Gobernanza.
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